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La ansiedad aparece ante pensamientos tuyos que alertan a todo tu organismo de PELIGRO.
Si estás nervioso/a , preocupado/a, tienes miedo o angustia por pensar en algo que podría llegar a pasar en el futuro (aunque también puede NO pasar nunca) tu cuerpo reacciona y se prepara.
El cuerpo no distingue si es un peligro REAL, como enfrentarte frente a un tigre hambriento a punto de devorarte o si es tan solo tu pensamiento “¿y si un día me despiden del trabajo?” “¿y si me dicen que tengo cáncer?...
El cuerpo solo percibe MIEDO y responde y te prepara: o bien para luchar, o bien para huir.
Químicamente, si te estás imaginando todo lo malo que te podría pasar, tu cuerpo piensa que es real y se prepara para ello: genera dopamina, adrenalina, noradrenalina...Todas esas sustancias están pensadas para preparar a tu cuerpo, potenciarlo y ayudarlo en caso de que tengas que luchar o huir rápidamente.
Pero ¿y si no hay ningún tigre?
¿y si estás en tu sofá tan tranquilo y es tu cabeza la que se ha montado la película?
¿y si el peligro real no existe y son sólo tus pensamientos anticipándose al futuro sin saber siquiera si llegará a pasar o no?
Pues pasa que todas esas sustancias no se liberan de tu organismo y corres el riesgo (si esto se repite mucho) de intoxicarlo.
Para explicarlo de forma muy sencilla: la ansiedad tan solo es un indicador, un aliado para tu supervivencia.
La ansiedad es una luz roja, una alarma, una sirena...Algo que te avisa de que hay un peligro inminente. Cuando dejes de pensar/actuar de esa forma que tu cuerpo entiende como dañina o peligrosa para ti mismo; ese indicador, simplemente se apagará.
Esto es como cuando extingues un incendio. La alarma para. No debemos centrarnos en la alarma y en cómo desactivarla, sino ver dónde se ha iniciado el fuego.
¿Ves la diferencia?
La gente le da a veces mucha más importancia a su ansiedad que a detectar qué está pasando para que la ansiedad haya aparecido. ¿Qué pensamientos la preceden? ¿Qué emociones recorren el cuerpo? ¿Qué miedos hay? ¿Qué ocurre?
Mientras sigas peleándote con la alarma, hay fuego quemándote por alguna parte.
Así que olvídate de la ansiedad durante un rato y busca dentro de ti dónde está el fuego
¿Qué debes cambiar? ¿Qué debes dejar de pensar? ¿Qué debes dejar de hacer?
Y cuando lo encuentres y lo soluciones, la alarma se apagará sola.
Hay gente que lleva quizá años luchando para apagarla y ella venga a seguir pitando.
Tienes que trabajar colaborando con tu ansiedad. Preguntarte dónde está el incendio; y así poder ir a apagarlo y desactivar por fin la alarma.
El ataque de pánico es una activación fisiológica fuerte, se suele dar durante períodos de estrés, y aparece ante una sobrecarga: “Ya no puedo más. Llevas mucho tiempo con estrés, pero un buen día hay una sobredosis, y te da el ataque.
Pero en alguna ocasión, se presenta justamente cuando ha desaparecido el estrés. Al segundo o tercer día (no meses después) aparece repentinamente la crisis de ansiedad.
En esta primera crisis el peso fundamental está en el componente de ansiedad, en el componente fisiológico.
Como consecuencia, aparece el miedo a que te vuelva a dar un ataque, viviendo todo el día obsesionado con que te pueda volver a ocurrir, iniciándose así un trastorno por angustia o por ataque de pánico.
También la persona empieza a tener comportamientos de evitación fóbica, empieza la agorafobia. Esta consiste en evitar aquellas situaciones en las que es difícil o embarazoso escapar; o donde no dispone de ayuda si tiene una crisis de ansiedad